2. Literatura. La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca

Learn Spanish through its Verbal SystemFederico García Lorca era homosexual en la España prefranquista, en una sociedad donde la Iglesia Católica tenía muchísimo poder y establecía las reglas. Los homosexuales estaban en pecado, y las mujeres debían casarse, tener hijos y obedecer al marido. No había otras opciones. Por eso, no es casualidad que Lorca, que no podía escribir abiertamente sobre la homosexualidad, eligiera protagonistas femeninas, para poder hablar de lo que realmente le importaba: la dominación machista y la negación de los derechos de quienes optaban por algo diferente. Veamos los títulos de sus obras, donde aparece el nombre del personaje central. Desde piezas de menor importancia, como “Mariana Pineda” y “La zapatera prodigiosa”, hasta sus cuatro grandes tragedias, que incluyendo la obra que comentaremos hoy, son “Bodas de sangre”, “Yerma” y “Doña Rosita la soltera”. Por lo cual, si tenemos que explicar cuál es la importancia de Lorca en la literatura, alcanzaría con decir que fue un pionero a la hora de discutir los derechos de las mujeres -y, de manera sesgada, de los homosexuales-.

Y ya que hablamos de títulos, recordemos que esta obra se llama “La casa de Bernarda Alba”. Podríamos postular que la protagonista no es Bernarda sino la casa, metáfora del país. Esa España cerrada, sin contactos con el resto de Europa, culturalmente atrasada e hiperreligiosa, en la que las supersticiones católicas impidieron el avance científico y tecnológico por siglos. Esa España que hará tan famosa la Inquisición, que mucha gente cree que fue un invento español, cuando en realidad, la Inquisición se creó en Francia.

En esa España de Lorca que se encaminaba a otro gran proceso inquisitorial llamado franquismo, hubo muchas víctimas. Todo el que pensaba diferente estaba en peligro, y Lorca era uno de ellos. Un poeta republicano, que proclamaba ideas renovadoras y que mostraba los peores aspectos de esa sociedad. No es casualidad que “La casa de Bernarda Alba” se haya estrenado en Buenos Aires, Argentina, en el año 1936, y que recién se haya estrenado en España catorce años después, en 1950, cuando la censura franquista aflojó un poco.

La obra transcurre enteramente dentro de la casa. Los hombres son mencionados, pero nunca aparecen en escena. Es un mundo de puertas cerradas, una cárcel de mujeres, que además, están de duelo por la muerte del segundo marido de Bernarda. Vestidas de negro, sin música ni risas. Enterradas en vida. Cárcel o cementerio de mujeres. La paradoja es que, durante el duelo, deben preparar el ajuar para casarse, es decir, para salir de una cárcel y entrar en otra. Todas lo saben: Angustias sabe que Pedro no la ama pero se casa con ella por su dinero, Adela es solo un juguete sexual para Pedro, Magdalena dice que odia ser mujer porque, en el mejor de los casos, será la esclava del marido. El único placer permitido es el de Bernarda, o sea, el placer de reprimir. Las únicas que pueden decir lo que realmente piensan son la Poncia y la madre de Bernarda, pero no cuentan. La Poncia es una criada y la madre de Bernarda está loca.

Los nombres de los personajes son todo un dato: en primer lugar, están esos nombres horrorosos que les ponían a las mujeres para que se habituaran a pensar que su vida sería puro sufrimiento: Angustias, Martirio, Magdalena. Bernarda es un nombre germánico que significa fuerte o poderosa. El otro nombre germánico es Adela, que viene de “Adel” (noble, en alemán). Al menos, tuvo el coraje de enfrentar a la madre y luego suicidarse para escapar de ese horror. El apellido Alba es otro símbolo evidentísimo. En latín, “alba” significa “blanca”. En la tradición católica, el color blanco es el símbolo de la pureza y, sobre todo, de la virginidad. Por eso, las novias se visten de blanco. Veamos en qué otros lugares de la obra se nos presenta este color:

-Acto I: “habitación blanquísima”.
-Acto II: “habitación blanca”.
-Acto III: “paredes blancas ligeramente azuladas”.

Estas son las indicaciones escénicas que puso Lorca al principio de cada acto. ¿Ven cómo el color va cambiando y se va oscureciendo, va dejando de ser blanco? ¿Cómo lo que parecía ser puro no era puro? Esto está diciendo Lorca. Esta casa, que es España, donde todos siguen los mandatos de la Iglesia Católica y se habla todo el tiempo de la moral, está fundamentalmente podrida. El modelo de familia fascista, impuesto por Mussolini en Italia y por Franco en España, requería que las mujeres tuvieran una gran cantidad de hijos pero no se les daba ninguna educación sexual, se las mantenía en la más absoluta ignorancia.

Pero el deseo sexual es pura química, y las hormonas producen reacciones físicas que no se pueden controlar. Así que en esta obra, todos desean algo diferente de lo que la moral impone, todos condenan lo que se mueren por hacer. Prácticamente todos están obsesionados con el sexo: Adela, Paca la Roseta, la Librada, Pepe el Romano, Martirio, los caballos en el establo, la anciana María Josefa con sus fantasías de ser madre, y, en modo supremo, Bernarda, la represora. Obviamente: el gran obsesionado siempre es el represor. Están todos deseando hacer lo que la moral de la época les prohíbe, porque eso que llaman moral es la negación del instinto natural.

El final del acto II es una conclusión simbólica, que preanuncia el final definitivo de la obra: la Librada tuvo un hijo soltera, y, aterrada, lo mató y lo escondió, pero el pueblo la descubre y la lapida (así, el pueblo, represor ante el deseo sexual, refleja a Bernarda). Las hermanas ven todo por las ventanas, y Bernarda azuza a la gente para que mate a la muchacha. Y así llegamos al último acto, en el que Bernarda, cuando descubre que Pepe está con Adela, le dispara. Adela se ahorca, pero él logra escapar. No es casual que esto ocurra, ya que el mensaje de la obra es que las víctimas son las mujeres. Bernarda ordena que descuelguen a la hija y preparen el entierro, y que digan que murió virgen. Gran preocupación, mentir para seguir dando imagen de pureza. Y por supuesto, comienza un nuevo luto.

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