16. Historia. Eva Perón

El poema se llama “Eva” y lo escribió María Elena Walsh, a quien le dedicaremos un blog.

Paella icon - Spanish for LondonHoy vamos a hablar de una mujer que solo vivió 33 años, pero le sobró para dar vuelta la historia. María Eva Duarte nació en 1919 y murió en 1952. Todos los turistas que van a Buenos Aires visitan su tumba, pero no saben exactamente quién fue ni qué hizo Evita. Las películas, por supuesto, no hacen más que confundir. La premisa fundamental es que el cine es parte de la industria del entretenimiento, así que las películas históricas serias prácticamente no existen. No están hechas por historiadores, inventan cosas para que resulte todo más entretenido, rellenan los huecos cuando no saben qué pasó, y así. Un horror. En la película protagonizada por Madonna, por ejemplo, Evita se encuentra con el Che Guevara. Eso nunca ocurrió. Así que vamos a contar la historia de su vida, y también la de su cadáver. Todo un tema.

De Evita tenemos un mito negro y un mito blanco, como bien dicen en el museo consagrado a ella en la ciudad de Buenos Aires, museo que les recomiendo efusivamente visitar si andan por esas latitudes. Nació en un pueblo de la provincia de Buenos Aires llamado Los Toldos. Era hija “natural”. ¿Qué es eso? ¿No son naturales todos los hijos? Pues en aquellas épocas, ese era el eufemismo para referirse a los niños que nacían fuera del matrimonio. Tuvo una infancia pobre, y siendo una jovencita, decidió irse a la capital para probar suerte como actriz. No le fue mal. El cine todavía no existía, pero eran muy populares los radioteatros, y Eva se convierte en una actriz conocida. Esta experiencia actoral será decisiva cuando se convierta en una figura pública, ya que tenía un extraordinario manejo discursivo y hablaba cómodamente frente a multitudes. Pero eso vendrá después. La cosa es que en esa época hubo un terremoto devastador en la provincia de San Juan y el gobierno organizó una serie de actividades con el objetivo de recaudar fondos para ayudar a las víctimas. Tuvieron la idea de convocar a actores y actrices para que hicieran esta tarea, y así fue que Eva conoció a quien entonces era el Secretario de Trabajo y Previsión del gobierno, un militar llamado Juan Domingo Perón. Porque teníamos un gobierno militar, nótese. Algo muy común en la Argentina. Eva y Juan se enamoran y se casan.

Perón tenía una actitud proclive a la causa social, y toda su gestión política tendía a beneficiar a los trabajadores, lo cual lo convirtió en una figura impopular entre sus pares y para la clase alta, pero extraordinariamente popular para la clase baja. Tratando de sacárselo de encima, lo enviaron a prisión. Entonces, los sindicatos organizaron una huelga general. Esto fue el 17 de octubre de 1945, una fecha que todavía hoy festejan los peronistas. Es el llamado “día de la lealtad”. Miles de personas acudieron a la convocatoria y se reunieron frente a la Casa Rosada, que es la casa presidencial, para reclamar la vuelta de Perón. El gobierno tenía dos opciones: hacían una masacre o liberaban a Perón. Ante esta disyuntiva, optaron por la variable más sensata y horas después, Perón apareció saludando a la gente desde el balcón presidencial. Balcón que haría suyo poco después, al ganar la votación en 1946 con un aplastante 52,8%, en elecciones que incluso la oposición aceptó que habían sido absolutamente intachables.

Al principio, Eva era la típica primera dama que acompañaba al marido en actos oficiales, pero siempre desde una posición totalmente secundaria. Pero poco a poco, ella comienza a cobrar protagonismo. Hay que destacar que Eva nunca ocupó un cargo oficial, no tenía ninguna posición en el gobierno. Pero tenía mucho poder, eso sí. Y aquí vamos a tratar de desentrañar la compleja psiquis de esta mujer. Ella había sido una niña pobre y relegada, despreciada por ser hija de madre soltera, lo cual en aquellas épocas se consideraba algo escandaloso. Ahora tenía poder y dinero. Y los usó. Los usó para vengarse de los que la habían despreciado, y también para ayudar a los que, como ella, nunca habían encontrado amparo ni protección alguna hasta ese momento. Creó la Fundación Eva Perón, que asistía a los más necesitados, fundaba hospitales, enseñaba oficios a mujeres que no habían recibido ninguna educación. Una de las cosas más recordadas son los regalos navideños que se entregaban en todas las casas pobres. Hay gente que me ha dicho a mí, personalmente, esto no me lo han contado de segunda fuente, que votaban al Partido Peronista porque cuando eran niños habían recibido esos regalos. Claro, esos regalos llegaban con una etiqueta con la imagen del presidente y su esposa, lo cual era pura demagogia. Y ni les cuento de los libros de texto que usaban los niños pequeños en las escuelas, donde se hacía lisa y llana propaganda política, apelando al corazón de los pequeñines y diciéndoles literalmente que Eva era una segunda mamá.

La otra cosa es de dónde salía el dinero para esta obra social. Obviamente, de las empresas que se veían obligadas a desembolsarlo, lo cual le granjeó al gobierno el odio de los sectores más ricos de la población. Eran épocas de bonanza, Europa estaba en guerra y Argentina se industrializó. Este primer gobierno peronista marcará nuestra historia hasta la actualidad, porque los derechos de los trabajadores estaban protegidos por los sindicatos, el gobierno construyó hoteles adonde los trabajadores de clase baja podían ir de vacaciones por precios muy accesibles, y, en general, era un gobierno para los trabajadores. Pero no necesariamente democrático, aunque había ganado las elecciones democráticamente. Resulta que llegó un momento en que si uno no exhibía su carnet de miembro del Partido Peronista podía perder el trabajo, y lo mismo pasaba si no asistía a las manifestaciones convocadas por el gobierno.

Eva fue un huracán. La mitad de la Argentina la idolatraba y la otra mitad la odiaba a muerte. Así las cosas, se convocan elecciones para el año 1952, y los peronistas, que eran, como ellos mismos decían, “la mitad más uno”, pedían a gritos la fórmula Perón-Perón, reconociendo que Eva tenía los méritos suficientes para ser vicepresidente de la Nación. A propósito, el voto femenino fue otorgado en ese año, 1952, a instancias de Eva, aunque no fue ni la única ni la primera figura que trabajó en esa dirección. No nos podemos olvidar de la gran socialista argentina Alicia Moreau de Justo. Pero Eva se llevó los laureles. La oposición temblaba de solo pensar en una segunda presidencia de Perón, y encima con ella en el gobierno, así que imagínense qué pasó cuando se anunció públicamente que Eva tenía cáncer. Fue algo sumamente cruel, los antiperonistas festejaban porque ella se estaba muriendo. Un 17 de octubre de 1951, frente a una multitud silenciosa, Eva anuncia su renuncia indeclinable y nos deja ese discurso entrañable, parte del cual se refleja en la famosa canción “No llores por mí, Argentina”.

Ahora comienza otra historia, la del cadáver. Fue embalsamada y colocada en un féretro de cristal, como la Bella Durmiente. Miles y miles de personas desfilaban diariamente para verla. Comenzó la sacralización de su figura, la gente la llamaba “Santa Evita”. Durante más de un mes, la radio solo pasó música fúnebre. Pero todo esto se terminó un día de 1955, cuando la llamada “Revolución Libertadora”, uno de nuestros tantos golpes de estado, derrocó a Perón, quien se escapó de la Argentina y terminó exiliándose en España. El gobierno de facto hizo todo cuanto pudo para que la gente olvidara a Eva. Comenzaron por prohibir la exhibición del cuerpo y lo llevaron a otro lugar desconocido, pero la gente averiguaba de alguna manera y, aunque no podían ingresar al lugar, encendían velas en las veredas. Comienza así un verdadero peregrinaje del cuerpo por distintos lugares de la ciudad, pero los intentos de ocultarlo eran infructuosos. No se sabe cómo, pero la gente descubría el lugar. Así que finalmente, el gobierno toma la decisión de llevar el cadáver a Italia y sepultarlo con un nombre falso en un cementerio de Milán. Allí estuvo hasta que casi veinte años después, Perón logró recuperarlo y repatriarlo a la Argentina.

 

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