¿Se habían detenido a pensar en el comportamiento similar de estas dos letras? Parecen gemelas, o clones. Miren:
Ca, co, cu (casa, cosa, culebra)
Ce, ci (cereza, cien)
Que, qui (queso, quiniela)
Cue, cui (cuerpo, cuidado)
Ahora, hagamos lo mismo con la G:
Ga, go, gu como ca, co, cu (gato, gota, gusano)
Ge, gi como ce, ci (gente, página)
Gue, gui como que, qui (guerra, guitarra)
Güe, güi como cue, cui (antigüedad, pingüino)
¿Y por qué pasa esto? Los fenicios, que crearon el alfabeto, tenían una letra llamada gimmel, que los griegos tomaron para formar la letra gamma. Siglos después, los romanos le dieron una forma más redondita y comenzaron a usarla para representar dos sonidos diferentes, el de la c y el de la g (como en las palabras españolas casa y gasa). Si se fijan en inscripciones en mármol del siglo III a.C., van a encontrar la palabra virco (virgen), escrita con c, porque los romanos no tenían un símbolo para la g. Pero vamos a ver, ¿cómo hacían para determinar el sonido? Pues del mismo modo en que, en inglés, sabemos que la h en hour no suena pero en house sí. Así de simple. Bueno, no tanto.
Entonces, estamos en Roma, donde una misma grafía con la forma c tenía dos sonidos diferentes, el de la c de casa y el de la g de gasa. Esto creaba alguna confusión y siempre algún romano se quedaba perplejo rascándose la cabeza y tratando de decidir cómo leer una palabra. Lo sabemos, porque un gramático llamado Espurio Carvilio Ruca decidió resolver esto de cuajo, y lo hizo por el sencillo expediente de ponerle una rayita a la C cuando tenía el sonido de la palabra gasa, y pasó a escribirla como nuestra G mayúscula, que no es otra cosa que una C con una rayita adicional. Y listo. Imagínense que el mismísimo Espurio tenía este problema con su apellido. ¿Cómo lo pronunciaríamos en latín: Ruca o Ruga?
Ahora imaginemos a una persona que me dice que esto no le interesa, ya que su objetivo es aprender español y no historia antigua. Bueno, miren esto: en el agua se practican deportes acuáticos, la acupuntura es una técnica en la que se usan agujas, un anticuario vende cosas antiguas, si te cortan el cuello te degüellan, los eclesiásticos son los miembros de la iglesia, si te digo en qué lugar está algo te doy la localización, si me rasco muy fuerte puedo rasguñarme, cuando las cosas siguen una a otra forman una secuencia. Además, si comparan diferentes lenguas, van a observar que algunas prefirieron un sonido y otras el otro: the cabinet es el gabinete y sacred es sagrado.
O sea que para aprender una lengua hay que conocer un par de siglos de historia. Eso de que se puede adquirir un idioma en un abrir y cerrar de ojos es para los ingenuos que creen que pueden aprender algo en un videíto de 30 segundos en TikTok. Quizás puedan enseñarme a freír un huevo. Un idioma ya es algo más complejo.
Hay un cuadro precioso de Jacques-Louis David llamado El rapto de las sabinas. Resulta que los sabinos eran un pueblo que vivía en la colina del Quirinal, por eso también los llamaban Quiritas. Según la leyenda, cuando Rómulo y Remo fundaron Roma llegaron allí acompañados por sus hombres. Una vez establecidos en la región, comenzaron a buscar mujeres, y tuvieron la ingeniosa ocurrencia de raptar o secuestrar -palabras que significan exactamente lo mismo- a las mujeres sabinas. Esto fue el detonante de una guerra entre los dos pueblos, hasta que las mujeres mismas decidieron intervenir, entraron al campo de batalla con sus pequeños hijos en brazos y se interpusieron entre ambos bandos: de un lado, sus padres y hermanos y del otro, sus maridos romanos. Así se selló la amistad entre los dos pueblos y los sabinos se integraron a la sociedad romana y se convirtieron en un grupo muy influyente, al punto de que era muy común que los romanos les pidieran ayuda para muchas cosas. De allí surge lo de “pedir ayuda a los quiritas”, frase que se resumirá en el verbo latino “quiritare”.
¿Y dónde está la anécdota? Pues que “quiritare” pasó al latín vulgar de la Edad Media con el significado de “gritar pidiendo socorro”, cambió de forma y se volvió “critare” (origen del verbo inglés to cry, del verbo francés crier, del verbo italiano gridare y del verbo español gritar). Ya lo saben, entonces. La c y la g son hermanas gemelas.
